viernes, 9 de enero de 2009

Sopas afrodisíacas: una tradición ecuatoriana

Qué divertido es pensar en una pareja sentada en un puesto del mercado, compartiendo un caldito afrodisíaco antes de un encuentro íntimo y esperado. La mirada de ella ansiosa e intrigada y las expectativas de él, que con cada cucharita son más altas.

Pero el momento de llegar al mercado de Santa Clara no hay ninguna pareja feliz comiendo ninguna sopa. Hay muchos puestos de comida, sí. Unos dicen “caldo de pollo”, otros “almuerzos y secos de chivo” y ¿qué pasó con los nombres de las sopitas que vienen al caso? Caldo de manguera, tronquito (nervio), huevera, cabeza de borrego, ninguna está en el menú.

Una señora que prepara caldos de cabeza de borrego oye una voz: “Señora tiene por si acaso caldo de cabeza de borrego, huevera o tronquito” Va a responder cuando muchacha que trabaja con ella le codea, le guiña el ojo y tenuemente, casi imperceptible, dice no con la cabeza. La señora responde “No niña” y regresa a sus labores.

En los demás puestos no se prepara ninguno de los platos. ¿Qué pasó? ¿No eran tradicionales? Y su efecto como estimulantes ¿no es de dominio popular? Eso se debe a que los mercados han cambiado de filosofía , al menos es la opinión de Raúl Machado, chef con 15 años de experiencia.

En “Los ricos caldos y locros”, situado a lado de la entrada por la calle Versalles, Ivonne Trujillo oye la misma pregunta: “¿vende por si acaso caldo de huevera?”. “No, ahorita no tenemos”. Pero en todo caso, ellos sí lo venden cuando pueden.

En cuánto a su efecto estimulante Ivonne estás muy segura de que funciona, “Uy, eso es buenazo”, comenta y llama a Marlene Chiriboga, la dueña del puesto.

Ella explica que solo lo hacen a veces porque la huevera, que es la presa de la gallina dónde están los huevos, es muy difícil de conseguir. Una gallina criolla es muy flaca y esa es la única que tiene esa presa. Ese tipo de gallina también es cara, cuesta ocho dólares. Por eso el caldo de huevera vale tres y muchos clientes tienen que quedarse con las ganas porque su presupuesto no les permite darse el gusto.

“Es más reconstituyente que afrodisíaco. Usted sabe que cuando uno tiene energía todo trabaja bien” esa es la visión que tiene Magdalena de los supuestos efectos del caldo como afrodisíaco. A ella le han contado sus clientes que “sí sirve”. Por eso tiene mucha demanda, tanto de hombres como de mujeres: “Ahorita no más salieron dos señores que me pidieron eso”. Para ella lo importante es que el caldo es un muy buen alimento “da mucha energía”, entonces si uno tiene energía rinde para lo que sea.

Su hermano Augusto concuerda con ella pero agrega que es alimento especialmente para el cerebro y según él “el cerebro manda a todo, si el cerebro está bien todo lo demás funciona bien”.

A Juan Barriga no le gustan esas sopas de “partes raras” de los animales. Él trabaja como taxista y lo único que puede decir es que todo eso se puede encontrar en el mercado central.

Pero la verdad es que en el mercado central, por la Marín, no venden esos caldos desde hace cinco años, cuando se remodeló el mercado, porque la demanda ya no es mucha. Pero cerca de ahí en el barrio la Tola, el local de doña Rosita todavía los vende. Siendo uno de los pocos sitios dónde pueden ir los que buscan el efecto de estas sopitas, los vecinos comentan que a partir de las 17:00 la calle está repleta de carros de los que van a comer estos calditos.

Cerca de ahí en la calle Esmeraldas y Vargas el local de Magdalena Andrade ha ganado fama. Incluso, ella ha salido en la televisión. Afuera de su local hay un letrero que dice “Caldo de Nervio (Tronquito). Afrodisíaco. $1.50. Completo $3.00”. Lo que ella conoce acerca del caldo es que es un alimento para el cerebro que “hace funcionar mejor todo” y que es también “para cuando no pueden tener hijos”. Magdalena tiene el testimonio de una pareja que no pudo tener hijos en 10 años y después de comer su caldo vinieron a agradecerle y a contarle que ya estaban embarazados, y de otra, en la que él teniendo 60 años y ella 24, luego de comer su sopa lograron tener un hijo.

Mariana, por su lado, sabe que se pueden encontrar estos calditos por el comité del pueblo. A su marido le encanta comer eso y le ha dicho que le ponen “bien fuerte”.

Con todas estas historias la pregunta es si realmente los calditos funcionan como afrodisíaco.

Raúl Machado piensa que lo afrodisíaco de los alimentos no está en ellos mismos sino en el ambiente. Para él lo estimulante es la magia que pueden tener los productos exóticos. Los ambientes combinados con sabores y texturas crean la situación perfecta par dar paso a la sensualidad y la estimulación.

Marcos Rueda es el chef ejecutivo del restaurante “El Cañón”, cuyo atractivo principal es el toque afrodisíaco que ofrece.

Aquí hay dos sopas, una fría y otra caliente, que abren el apetito sexual. La caliente se llama “sopa Cañón” y la fría “cóctel cañón”. Las dos están hechas a base de mariscos, como las almejas y los camarones, y tienen toques de vino o brandy. Las dos sopas son creación suya.

Marcos Rueda cree que los alimentos sí son afrodisíacos, pero piensa que para que el efecto sensual se logre hay tres elementos que se necesitan: buena comida con elementos balanceados, buen vino y buena compañía. El mismo ha probado su comida y asegura que sí funciona como estimulante sexual. Tiene aparte el testimonio de muchos clientes. “soy el responsable de la explosión demográfica en Quito” asegura.

Aparte de la comida Marcos tiene en su restaurante iniciativas interesantes como la “noche afrodisíaca”. En ella hay bailarines, y comida que se toma del cuerpo de una mujer desnuda cubierta únicamente por los alimentos y pétalos de rosa.


BEBIDAS Y CALDOS AFRODISIACOS (VIDEO)


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