miércoles, 25 de junio de 2008

¿Qué pasa con la sexualidad pasados los 60?

Foto tomada de Google

El 72% de los hombres y el 36% de las mujeres, pasados los 60 años de vida, mantienen todavía el interés sexual. Los dos factores necesarios para que se mantengan una vida sexual activa son el deseo y una buena salud, según un reportaje hecho por el diario Hoy en su complemento de sexualidad “Sexualidad Hoy”. Muchos expertos coinciden en que la presión que ejerce la sociedad sobre ellos es lo que hace que las personas mayores se abstengan de tener relaciones sexuales. Dado que la ancianidad es tomada como una segunda niñez, la sociedad rechaza la idea de que los “viejitos” tengan todavía derecho a mantener una vida sexual activa.


El miedo al ridículo, causado por este prejuicio, frena el deseo sexual de muchos de ellos. Si se lograra vencer este prejuicio las cifras antes mencionadas subirían. Con respecto a este tema David Mera, de 20 años, dice: “si el abuelito todavía puede, que le dé nomás”. Inés de Endara, de 38 años, considera que si una pareja de tercera edad mantiene el amor no tiene nada de malo que también mantenga su vida sexual. Por el contrario Javier Espinosa considera que “hay edades para todo” y los mayores de 60 “ya pasaron la edad para eso”. De 15 personas de distintas edades, 12 piensan como David Mera o Inés de Endara y solo tres, como Javier Espinosa.


En cuanto al factor salud se puede hablar de dos problemas principales que afectan la vida sexual de los ancianos: en los hombres la disfunción eréctil y en las mujeres la resequedad vaginal. Un estudio realizado en un consultorio urológico demuestra que desde los 40 años hasta los 80 la posibilidad de una disfunción eréctil se cuadriplica. Al pasar de los 49 años a los 59 la frecuencia de disfunción eréctil se duplica de 19% a 38%; hasta los 60 se triplica a 53% y pasados los 70 se cuadriplica al 80%.

“La mujer de hoy siente la necesidad de unirse en cuerpo y sentimientos a otras mujeres para defender sus verdaderos intereses”

Testimonio

“Meche” una mujer que hasta sus 25 años se consideró heterosexual cuenta su testimonio después de haber ingresado a un movimiento de feminismo radical. Tuve varios novios dos de ellos me pidieron matrimonio pero no se dio porque estaba estudiando y mis estudios siempre han sido mi prioridad. Mi vida fue muy normal tuve una buena niñez nunca tuve experiencias con mujeres en mi adolescencia.
Mis padres tienen un “buen matrimonio” ósea no se han divorciado pero tienen sus problemas. Se podría decir que he tenido una vida muy “normal”, aunque considero que nadie esta en calidad de definir lo normal, estudié sociología y hasta mis 23 años tuve novio. Pero mientras iba dándome cuenta de nuestra realidad y condición de mujeres con el paso de los años empecé a buscar gente que tenga mi ideología a moverme por todos los lugares para poder luchar contra este sistema.
Un elevado porcentaje de feministas somos mujeres que hemos optado por amar mujeres en vez de hombres. Nosotras luchamos para romper con el esquema social y culturalmente impuesto de la heterosexualidad, este patrón de relación hombre-mujer lo que ha hecho milenariamente ha sido subyugar a la mujer, y convertirla en un ser al servicio del hombre. Muchas hemos elegido esta forma de expresar nuestra sexualidad después de haber ingresado al movimiento feminista, no como una moda que hemos decidido copiar de nuestras compañeras de lucha, sino después de un profundo proceso de reflexión, que nos ha llevado a la conclusión de que la única manera de liberarse como seres humanos, de romper con la sumisión al patriarcado, es compartir nuestro cuerpo y nuestros afectos con otras mujeres.
El lesbianismo aparece así en algunas de nosotras como una acción consciente, que nos lleva a desarrollar formas de sexualidad y relación que hacen marginal o excluyen la presencia de los hombres en nuestras vidas. Este es el feminismo radical que practico. Yo comparto toda esta ideología. Entiendo que la mujer sea un ente independiente y que como tal se maneje, que no necesite de un hombre para su supervivencia y superación, que pueda ir a la par que el en los diferentes ámbitos de la vida diaria sin subyugación.
Hay algo que debo aclarar: la heterosexualidad, al igual que la homosexualidad, son comportamientos aprendidos socialmente, lo que significa, que a fuerza de condicionarte mental y emocionalmente hacia un tipo de orientación sexual en particular, puedes desarrollar por preferencia esa orientación según mi punto de vista. Mi primera pareja fue una compañera del movimiento con la que tuve dos años de relación ahora ella esta fuera del país. María Paz fue la mujer con la que luche contra todo las dos nos apoyábamos mutuamente. Ella me ayudó a comprender varias cosas y así fue que decidí compartir mi vida con ella pero en medio de la lucha nos separamos. No he tenido otra pareja. Dedico toda mi vida para poder terminar con la subyugación que le hombre mantiene contra la mujer. La esperaré porque viene en un año y medio se fue a estudiar en la Argentina, la espero porque las dos tenemos los mismos intereses compartimos muchas cosas juntas somos muy parecidas y lucharemos juntas siempre.
Me he sentido varias veces rechazada pero no por mujeres sino por hombres que me hacen bromas groseras. Yo estoy totalmente satisfecha con lo que soy porque no voy a permitir que se de lo que la sociedad pretende que la mente femenina esté situada con el cuerpo y como el cuerpo. O que, si no, no esté en ningún lugar.

“La homosexualidad no es una enfermedad”

Análisis
Peter Sanipatin, Psicólogo que ha trabajado en terapia de parejas de homosexuales durante 3 años y en instituciones de ayuda para gente contagiada de sida que en su mayoría son homosexuales.
La sexualidad es una parte integral de nuestras vidas desde el nacimiento hasta la muerte. La sexualidad debe ser considerada dentro del contexto del desarrollo humano, no como un secreto a ser guardado por el silencio adulto.
Cuando una persona piensa en “sexo” generalmente piensa en conducta sexual. El rol sexual es como nos comportamos como varones y como mujeres. Mientras se va desarrollando un conocimiento acerca de qué “paquete” tenemos, el mundo envía mensajes sobre el significado del dicho “paquete”. Además, observamos el comportamiento de las personas que tienen el mismo paquete que nosotros, e incorporamos esa información a nuestro repertorio de conducta. Una expectativa del rol sexual, que los niños recogen muy temprano, es no actuar como si se fuera del otro sexo (afeminado, marica, marimacho). Ese tipo de calificaciones ejercen un efecto de restricción sobre los jóvenes varones, a quiénes se les desanima el explotar las inclinaciones que puede tener hacia la danza, las artes en general.
La sociedad está en una etapa de transición en su comprensión de cuáles son las funciones apropiadas del varón y de la mujer. Por ejemplo, el hombre de edad madura que le abre la puerta a la mujer, puede deleitar a su madre y ofender a la colega “feminista”. La identidad sexual de una persona corresponde al rótulo que nosotros mismos nos ponemos según nuestra orientación. En el pasado los clínicos consideraban que la homosexualidad era una anomalía (desviación). Muchos trataron a través de tratamientos de “corregir” el problema, a veces con medidas extremas como el choque eléctrico y la terapia de adversión (“tratamientos” que todavía se emplean hoy). Las investigaciones sobre las causas de homosexualidad, sin embargo, no respaldan el criterio de que se trata de una enfermedad.
La identidad sexual se da hasta los 3 años de edad. Aquí es cuando el padre se acerca a su hija de una forma sexual seductora inconsciente hacia su hija. Por ejemplo, el padre abraza a su hija y le dice mi mujercita, mi princesita, mi nena hermosa. Esto hace que su hija se identifique y sepa lo que le gusta, le atrae. Mira a su madre también con amor pero la madre no se acerca de manera seductora inconsciente, es diferente. La niña solo quiere parecerse a su madre y adopta sus características: su forma de hablar, de vestirse, de actuar en general. Si a esa edad no tuvo esto o su padre o madre tiene algún problema o este perturbada/o no recibirá esto y no se identificará. Quedará un vació. En esta edad se da el 80% de la identidad sexual y el 20% en la adolescencia.
Si una mujer se quedo solo con un 50% y no el 80% tendrá la posibilidad de caer en el lesbianismo si se encuentra con una lesbiana activa porque ella será la pasiva. La forma de conquistar de una lesbiana es muy complicada generalmente las lesbianas no buscan otra lesbiana les gusta encontrar mujeres que no hayan recibido su 80% completo y las puedan engatusar. Generalmente se ganan la confianza, se hacen mejores amigas y crean cierta dependencia, magnifican los errores del novio de la chica para que prefiera estar con ella y no con su novio. Crean tal manipulación y generan tanta dependencia que llegan a convencerlas las envuelven y caen en el juego como lesbianas pasivas. Hay lesbianas que no son transexuales ósea que no cambian su aspecto físico no quieren ser hombres físicamente simplemente les atrae las mujeres. Las lesbianas que cambian su apariencia son transexuales, en sí son hombres atrapados en el cuerpo de una mujer. Ellas son radicalmente lesbianas desde pequeñas.
Cuando una lesbiana consigue a su pareja con mucho trabajo como el ejemplo anterior se aferra tanto a esta pareja que se vuelven muy celosas y por nada del mundo descuidan a su pareja. En las parejas de lesbianas no se encuentra mucha promiscuidad. Como respuesta, conociendo la aversión que la cultura contemporánea manifiesta hacia todo lo que es homosexual, dichos jóvenes empiezan a distanciarse emocionalmente de otras personas. No quieren que nadie sepa lo que sienten y por eso se aíslan de los demás. ¿ y quienes son los “demás”? en general, las personas y las instituciones que antes les eran importantes: los miembros de la familia, los amigos y la comunidad religiosa.

"Creo que a mí una vida sexual ya se me hace imposible"

Testimonio

Una vez en mi vida intenté suicidarme por amor, por la que amé y nunca fue mía. Ahora, tantos años después aún sufro los estragos que ella causó y me impiden disfrutar de la sexualidad. Por ella sufro de insomnio y nervios.

Tengo diabetes, y aunque perdí una pierna gracias a esa enfermedad, todavía puedo funcionar sexualmente. De hecho mantuve una vida sexual activa hasta hace dos años. Pero no era una sexualidad con amor porque yo nunca me casé. Era una vida “pirateada”, con mujeres fáciles que me daban amor por dinero. Para mí, a esta edad, ya no vale salir a vivir la vida de piratas. Es muy difícil incluso porque vivo en un ancianato desde hace un año y cuatro meses.

Todavía me hacen falta las relaciones íntimas con alguien, eso es normal. Yo preferí dejar eso porque yo quería amor y no solo sexo. Aparte me quede sin trabajo y ya no tengo plata para pagar mujeres como antes.

Sí me gustaría recuperar mi vida sexual, pero con amor. Si eso me pasará hasta me fallarían los sentidos. Ya no es el acto sexual lo que importaría tanto para mí, sino las caricias y los besos porque eso es lo que le llena a uno. Lo malo es que yo sé que si ahora tuviera relaciones talvez no sería como antes, a pesar de que sí puedo, porque he tomado 35 años medicamentos para el insomnio y pienso que sí me afectaría.

Tampoco sé si ellas quisieran conmigo. Les gusta que uno sea perfecto y yo ya no soy así. Tengo casi 60 años mi piel está arrugada, mi dentadura ya no está completa, incluso me falta una pierna. Por eso creo que a mí una vida sexual ya se me hace imposible. Cuando era joven, era otra cosa, tenía muchas oportunidades y era completo como a ellas les gusta. Si yo tenía relaciones sexuales de lunes a viernes y con la edad hasta fue aumentando. Luego llegó un punto en el que comenzó a bajar y decidí ya dejar eso.

La edad bonita para esas cosas es la juventud. Ahora ya no, a mi edad yo estoy para ser como cura pero sin sotana. Lo que sí fui en mi vida es constructor de matrimonios. Les unía a mis amigos y ahora ellos son felices con familia y todo.

Pero como sí tengo nostalgia de esas cosas, y me enamoró muy fácil, el otro día le di un beso a una chica del americano que es voluntaria aquí y se enojó terriblemente. Me dijo “usted no me topa nunca más”.

Por eso yo soy frustrado y sufro mucho. En mi vida he consultado algunos especialistas sicólogos, siquiatras y hasta un consejero matrimonial, pero no se logró concretar nada. Entonces lo que sí hago todavía es gratificarme solo, sin objetos y esas cosas asquerosas que hay hoy, viendo mujeres nomás. Pero eso sí no me pienso morir.

martes, 24 de junio de 2008

"Mi lesbiandad, Mi libertad"

Hemos descubierto, maravilladas, que desde los tiempos más antiguos han existido mujeres que han trabajado para establecer relaciones sociales favorables para sí y para sus semejantes. Y que la grandeza femenina se ha nutrido a menudo (o quizás siempre?) de pensamiento y de energías que circulan entre mujeres.
Mónica Escalante


Una noche de bohemia en: “Black Out”

“Baila, baila mi vida. Báilame bien. Quiero el movimiento de tu querer” coreaban chicas y chicos que inundaban esa noche el Blackout. Un bar de homosexuales ubicado en la Foch. En la pared del frente se ve un graffiti que dice: “Mi lesbiandad mi libertad”.

La vida se condensa en miles de rostros portadores de historias de angustia, travesura, alegría, desenfreno, sensualidad y nostalgia… una noche armada como un rompecabezas de noches individuales y colectivas, que confirman que en Quito la comunidad de homosexuales esta viva y hay mucho que contar. Este lugar solo tiene una puerta, la que sirve de ingreso y de salida a la vez. No se ve gente haciendo cola ni siquiera en sus alrededores. Todas las personas entran apenas llegan al lugar. Puede entrar cualquier persona y de cualquier edad porque no hay ningún tipo d econtrol. En este sitio la gente disfruta al conocerse en medio de un ambiente colmado de música alternativa.

Al ingresar se puede sentir como el calor del lugar empieza a subir por las piernas humedeciendo la piel hasta sentirlo en el rostro. No se puede caminar. Está lleno de parejas homosexuales entre los 18 hasta unos 25 años. Muchachos de clase media. Del techo caen gotas creadas por la cantidad de gente y el reducido espacio, el olor es muy pesado y denso. Los baños no tienen letreros de hombres o mujeres, aquí todos entran, sin diferenciación de sexos.

Una chica de cabello negro, lacio y muy largo con una figura increíble con un rostro que parece perfectamente dibujada, lucía una falda muy corta que al caminar ésta se le iba trepando poco a poco por su delineada silueta, su blusa blanca dejaba poco a la imaginación. Estaba acompañada por otra de apariencia muy varonil con un top blanco con senos muy pequeños de cabello negro, corto y rizado con un blue jean flojo y un cinturón de cuero que hacían juego con sus zapatos de hombre cafés. Bailaban tocándose y besándose rodeadas por varias parejas de hombres unos encima de los otros el especio no les daba para más. Con sonrisas muy amplias se demostraban su pasión. Se besaban con deseo desaforado como si se terminaría el mundo.

Las horas transcurrían y llega Karol una mujer de 23 años de raza negra muy alta de rasgos finos con apariencia de top model. Se apoya en la barra, buscando una pareja para pasar la noche. Al frente de ella estaba Mayra una chica muy simpática que con el juego de luces del lugar se podía ver los brillos que había colocado en su rostro antes de salir a bailar, que dejaban admirar con destellos sus hermosos ojos verdes, el brillo labial esparcido en su boca hacia ver sus labios carnosos y deseables. Karol clavó la mirada en esta mujer y no se la quitaba de encima. Un coqueteo muy intenso. Mayra se movía de un lugar a otro porque se sentía un poco incómoda odia a la gente de raza negra, pero Karol la buscaba con la mirada y no dejaba que se pierda.

Karol se puso muy intensa y se acercó a Mayra la cogió del brazo y le dijo: “The love of my life” Mayra la miró se soltó y salió del bar. No quiso seguir ahí. Karol se quedó parada y regresó a la barra a tomarse otra cerveza mientras mujeres y hombres bailaban en la barra iluminados por luces de colores que dejaban ver sus rostros solo por momentos. En cada flash se podían apreciar los besos, caricias, risas, y coqueteos que llenaban el lugar de miles de sensaciones.